Icono del sitio

Morir viviendo

IMG-20220823-WA0011

• ¿Qué hay después de la muerte?
• Abandonó hijos pero halló el Amor
• Es la energía que mueve al mundo
• Nacer a otro nivel de conciencia

Javier Rodríguez Lozano

AGUASCALIENTES, Ags., viernes 11 noviembre 2022.- Hoy terminamos la tercera y última parte de la presentación del reportaje espiritual Morir viviendo que publicaremos a su tiempo, cuando terminemos de escribirlo, editarlo, revisarlo y pulirlo; tan pronto se armen los primeros capítulos.

Ya están en la mente, solo hay que darles coherencia, orden e interés general, eso que los periodistas de mi generación llamábamos “timba, jiribiya y rampaboya”.

Como hemos dicho, su principal objetivo es enseñar lo que hay vida después de la muerte, para la que casi nadie se prepara y la intención es ayudar, ofreciendo las primeras luces de un largo camino de fría oscuridad, en el que nadie descansa en paz, al final del cual siempre se encuentra la Luz de amor de que está hecho todo el universo y sus seres vivientes, a la que la inmensa mayoría de los ocho mil millones de humanos que habitamos el planeta llamamos Dios.

Joselyn Arellano, asistente de la médium Carmen Desayve, dice que al morir todos llegamos al plano espiritual con el mismo nivel de conciencia con el que morimos, lo que quiere decir que si profesamos alguna religión tendremos ciertas bases para reconocer el lugar en el que nos encontraremos, (independientemente de que se compren indulgencias y se limite la religiosidad en los hechos), privilegio que no tiene, por ejemplo, el ateísmo.

En sus conferencias, Desayve se ha referido a las cartas que el científico Albert Einstein, dejara a su hija Lieserl a finales de los 80s, con la súplica de no hacerlas públicas sino hasta dos décadas después de su muerte, en las que revela, más allá de los misterios del átomo y el macrocosmos, es decir, su Teoría de la Relatividad, de qué está hecho el Universo: Amor.

Mario Fe envió una colaboración al portal argentino El Cordillerano (https://www.elcordillerano.com.ar/noticias/2014/10/20/50751-el-amor-carta-de-albert-einstein-a-su-hijaMar), el 20 de octubre de 2014, que encabeza así:

“El amor’: Carta de Albert Einstein a su hija” y relata que Einstein donaría aquellas cartas a la Universidad Hebrea, en la primera de las cuales decía el científico:

“Cuando propuse la teoría de la relatividad, muy pocos me entendieron, y lo que revelaré ahora para que los transmitas a la humanidad también chocará con la incomprensión y los perjuicios del mundo”.

(Suponemos que la computadora cambió prejuicios por perjuicios).

Einstein pidió a su hija Lieserl que custodiara aquellas cartas el tiempo necesario, años, décadas, “hasta que la sociedad haya avanzado lo suficiente para acoger lo que te explico a continuación”.

Y subrayó el genio:

“Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no ha sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el AMOR”.

Mario Fe relata que cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas.

“El Amor es Luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El Amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El Amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El Amor es Dios, y Dios es Amor”.

En otro párrafo, Einstein explica a su hija:

“Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites”.

Agregó:

“Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada ser sintiente que en él habita, el amor es la única y la última respuesta”.

Decía Einstein en esos textos secretos, que quizás aún no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada.

Concluye el científico:

“Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quinta esencia de la vida”.

Y el mensaje final de Albert Einstein a su hija Lieserl fue éste:

“Lamento profundamente no haberte sabido expresar lo que alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Tal vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el tiempo es relativo, necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a la última respuesta!”

¿Por qué pedía perdón Einstein a su hija? ¿Sería porque durante su vida se vería muy alejado de Dios, por ejemplo, frente a sus propios tres hijos que abandonó y que el más pequeño de ellos, Eduard o “¿Tete”, se suicidara por falta de amor?, nos preguntamos nosotros.

El 5 de julio de 2017 Elena Poniatowska publicó en La Jornada, una entrevista con el pintor José Luis Cuevas sobre su propia muerte, que encabezó así: “La muerte no tiene remedio”.

Cuevas asegura a Elena que, “además de pintor me he vuelto vidente y sé quiénes van a morir en los años que vienen. “Te lo voy a decir, pero tú no repitas sus nombres, no se vayan a enojar. Yo me voy a morir este año”.

Puntualiza Cuevas:

“Tengo una libretita secreta y negra y en esa apunto la lista de los que van a morirse y hasta ahora no he fallado. Adiviné que Salvador Novo moriría en 1974, David Alfaro Siqueiros también, Dolores del Río en 1983, Juan Rulfo en 1986, Alice Rahon en 1987. Anuncié la muerte de Fernando Benítez en 2000, también supe que en 2006 moriría Juan Soriano, Mathias Goeritz en 1990. Yo supe que Alejandro Aura, amigo mío, iba a morir en 2009”.

El pintor apantalló a Poniatowska, al confesarle:

“Soy vidente desde los años 70. En 1973 preví la muerte de Picasso y la mía. Murió Picasso y yo no. Me fui a Houston en el avión de Luis Echeverría con Teodoro Césarman para ver al mayor cardiólogo de Estados Unidos y uno de los más importantes del siglo XX, Michael DeBakey. Incluso Cantinflas me dio una carta de recomendación para DeBakey que lo había operado a él, dale esta carta, pero no fue necesario porque el segundo de DeBakey, hoy día un cardiólogo famosísimo, me hizo un examen para ver cómo andaban mis arterias y las encontró perfectas. Vi en una pantalla cómo corría el líquido de la radiografía por las arterias hasta llegar a la arteria coronaria. ¿Hablas inglés? Oye, porque si no hablas inglés corres el riesgo de morir porque el médico te ordena en inglés. Tosa usted, tosa usted con mucha fuerza y en ese momento con la tos evitas el infarto”.

José Luis Cuevas le diría a Elena Poniatowska que tenía el presentimiento de que ese año de 2014 sería el de su fallecimiento, sin embargo, se equivocaría porque moriría tres años después.

Pero no solo él se equivocaría, Elenita también, “al mejor cazador se le fue la liebre”, porque en aquella entrevista pre necrofílica, la cronista de la noche de Tlatelolco olvidaría preguntarle al pintor si creía que había vida más allá de la muerte; eso no se lo preguntó, sin embargo, José Luis no creía en eso, por lo que su andar por los caminos del plano espiritual debió ser de una fría oscuridad por sabe Dios cuánto tiempo, porque allá no existe pasado, presente, ni futuro; es una presente continuo, y quien llegan con un pobre nivel de conciencia espiritual tardan mucho en encontrar la luz.

LA COSA ES QUE…

El regalo de los muertos a sus seres queridos es el mejor de todas sus vidas, lleno del amor de Dios: Un mayor nivel de conciencia, que narraremos con más detalle en Morir viviendo, aunque choque con los prejuicios, lo importante es regalar una lamparita que alumbre el camino de oscuridad que conduce al plano espiritual.

Qué tal.

Salir de la versión móvil