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Ódiame más…

CENA DE NEGROS
Marco Antonio Vázquez Villanueva

Por pudor, a veces por vergüenza, estudiosos del comportamiento ciudadano se negaban a hablar en público de los motivos que definen el sentido de un voto y no era para menos, con información de algunos de ellos se puede casi afirman que en primer lugar era el odio, luego el miedo, muy lejos la esperanza y casi sin pintar, cercano al cero, algo que los políticos llaman pomposamente propuesta pero que el votante no les creía que fuera tal.
Esos datos fueron antes de esta elección del 2 de junio y la razón era una, no existieron en México gobernantes que fueran aprobados por las mayorías, Andrés Manuel está a unos meses de dejar el puesto de presidente de la República y tiene el 70 por ciento de aprobación, créalo, eso no se había visto nunca en este país, casi le podría afirmar que no sucede en casi ninguna parte del mundo, regresemos seis años atrás, a unos meses de terminar el sexenio Peña Nieto apenas tuvo la confianza del 12 po ciento de los mexicanos.
Exacto, lo que ocurrió el 2 de junio fue un voto de esperanza, de confianza en todo un movimiento que se ha autobautizado como La Cuarta Transformación, es decir, se derrumban los estudios previos para darle entrada a un fenómeno que todavía muchos, aún con las urnas retacadas a favor de Morena, se niegan a aceptar.
Viene a colación esta breve introducción para observar que en Tamaulipas se gesta, en su justa dimensión, un fenómeno similar a lo que ocurre a nivel nacional.
Siendo honestos, ¿quién apostaba un peso al triunfo de Mónica Villarreal en Tampico?, ¿quién habría apostado a que se ganarían 21 de 22 distritos en disputa por Morena?, ¿quién creía que todos los municipios de mayor población, presumiblemente los más ricos y avanzados, se volcarían a votar por la izquierda mexicana?, algo más, ¿quién pensó que Claudia obtendría más de un millón de votos de los tamaulipecos?, la verdad es que los triunfos eran algo presupuestado, pero no la holgura de los mismos.
Y si, como a nivel nacional ocurre un fenómeno poco visto en la historia contemporánea, en Tamaulipas le podría jurar que no hay antecedentes, no en los últimos 50 años, por primera vez se tiene un gobernador, Américo Villarreal, que le inyecta confianza, seriedad y hasta esperanza a todo un movimiento que para esta región era algo más que un pecado o una amenaza, la izquierda.
Y no lo digo yo, lo dice un estudio de los propios ricos del pueblo, de un organismo llamado Instituto Mexicano para la Competitividad, IMCO, que ofreció datos de una encuesta propia en la cual el gobernador tamaulipeco, Américo Villarreal Anaya, resultó ser a nivel nacional entre sus colegas el más respaldado por la ciudadanía, al que le tienen mayor confianza con un 63 por ciento, para que compare, al prófugo exgobernador Cabeza de Vaca, antes de irse, el INEGI en su Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental daba a conocer que solo el 18 por ciento de la ciudadanía le tenía confianza.
Hay un agregado, la aprobación de Américo Villarreal es a los primeros dos años de gobierno, lo que se considera el tramo más difícil para una administración, prueba de ello es que los últimos cinco gobernadores tamaulipecos, Cavazos, Tomás, Eugenio, Egidio y Cabeza N. habían perdido su primera elección, estaban odiados en sus primeros dos años.
Entonces, pues entonces la esperanza es que el ódiame más por fin deje de ser lo que motive el voto, esperemos que tampoco sea el miedo, que por fin se comience a evaluar gobiernos y resultado, que amor con amor se pague…
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